
Mis amigos y hermanos. Hoy quiero compartirles parte de un extraordinario testimonio de Deling, una cristiana china casada con "el hermano Yun". Este extracto fue tomado con permiso del libro "El Hombre Celestial", que relata la historia del cristianismo del siglo XX en China.
Testimonio de DELING, esposa de Liu Zhenyin, el “hermano Yun”:
Déjeme contarle cómo nos conocimos Yun y yo. Después de convertirme en cristiana, visitamos una aldea cercana donde una vez al año se celebraba un gran culto de bautismos. Fui para que me bautizaran como una nueva creyente.
Eso fue en noviembre, así que ya hacía bastante frío. El bautismo comenzó a eso de la medianoche, por razones de seguridad. Nos imaginábamos que los del BSP no saldrían jamás de sus cómodas camas en medio de una noche fría para arrestarnos, pero nos equivocamos. Alrededor de la una de la madrugada se apareció el BSP y detuvo a más de cien cristianos.
El hermano Yun era el que estaba bautizando a los nuevos creyentes, incluyéndome a mí. Los del BSP nos ordenaron que formáramos dos líneas de forma que pudieran anotar nuestros nombres e identificarnos a cada uno. Yun se encontraba también en la fila, pero cuando los vio distraídos, se marchó. Era como si Dios cegara los ojos de los agentes y no pudieran verlo.
Había visto a Yun unas pocas veces antes porque las reuniones se celebraban en su casa los domingos por la noche, pero la experiencia del culto del bautismo dejó en mí una impresión indeleble. ¡Pensaba que estaba un poquito loco!
Según nuestras costumbres, nuestro matrimonio lo arreglaron nuestras respectivas madres. Después que mi madre se sanó y se salvó, sintió que tenía que encontrar un predicador para que se casara conmigo. Yun era el único predicador soltero en toda la zona. Mi madre visitó a la madre de Yun y juntas arreglaron nuestro matrimonio.
Esta decisión le costó caro a mi madre. Cuando anunció a mi familia que me casaría con un predicador, mi padre y hermanos enfurecieron. Para ellos, casarse con un predicador era peor que casarse con un mendigo. Sabían que Yun no tenía dinero, así que no podía dar regalos ni dinero a mi familia como dote. Procuraron anular el acuerdo por todos los medios, pero mi madre se mantuvo firme. En esa época, se arreglaban así los matrimonios en nuestra parte de China. Hoy, muchos jóvenes toman sus propias decisiones acerca de con quién se quieren casar, aunque todavía se arreglan muchos matrimonios.
Aun después del compromiso, mi familia se aseguró que no tuviera nada que ver con Yun, de modo que, aunque su aldea solo estaba a un kilómetro y medio de la mía, no tuvimos otra oportunidad de vernos ni de hablar antes de la boda. El padre de Yun falleció antes de que nos casáramos, de modo que no tuve oportunidad de llegar a conocerle.
Era una adolescente de dieciocho años cuando llegó el día de la boda. Mi madre me dijo que Yun era un predicador muy pobre, pero que debía casarme con él, así que no la cuestioné. No tenía idea de lo que significaba el matrimonio. No tenía forma de saber lo que me traería en el futuro. Era solo una joven con ojos asombrados, muy sencilla e inocente.
Antes de la boda, Yun y yo nos fuimos al Registro Civil para solicitar nuestro certificado de matrimonio. Después que terminaron todas las formalidades, me quedé esperando fuera por un largo rato, pero Yun no salía.
Decidí que ya no podía esperar más tiempo por él y regresé a casa. Solo más tarde me enteré que cuando Yun escribió su nombre en el Registro Civil, los empleados se dieron cuenta de que el BSP lo buscaba por ser un predicador ilegal, ¡así que lo arrestaron allí mismo! Ya sabían que Yun había estado predicando el evangelio por toda la provincia. ¡Este fue el comienzo de nuestra vida juntos! Debido a la demora cuando lo arrestaron, pasó poco más de un año desde que nos comprometimos hasta que Yun y yo nos casamos. Nuestra boda se celebró el 28 de Noviembre de 1981, en un hermoso día soleado. El anciano Fu ofició la ceremonia que se celebró en la casa de Yun. Se prepararon más de veinte mesas, y en cada una se sentaron entre ocho y diez invitados, así que asistieron unas doscientas personas. Según nuestra cultura, la boda se celebró en la casa del novio y ninguno de mis padres pudo asistir. Estaban presentes mis hermanos y hermanas y todos los familiares de Yun.
Recuerdo que hubo predicación y el luego el anciano Fu nos bendijo, ¡y sin más ni más estábamos casados! En nuestra luna de miel, viajamos a otro pueblo para asistir a una reunión.
Una hermana viajaba también con nosotros. Cuando estábamos a las afueras de la ciudad de Nangyan, el jefe de la Administración Estatal de Asuntos Religiosos de nuestro distrito reconoció a Yun, y le agarró por el cuello de la camisa.
La hermana y yo corrimos al baño de señoras y empezamos a hacer pedazos la Biblia de Yun y otros libros cristianos porque sabíamos que se vería en serios problemas si los agentes descubrían que sus libros vinieron del extranjero.
Ese hombre empezó a gritar todos los delitos que presuntamente había cometido Yun, y en la gran confusión del momento, Yun se desprendió de sus manos y echó a correr. Más tarde en el día logré reunirme con él.
Tres o cuatro meses después de casados, estábamos juntos en una reunión que se celebraba a unos treinta kilómetros de nuestro hogar. A Yun lo habían arrestado, pero se las arregló para escaparse, de forma que, a partir de ese momento, era un hombre buscado y no podíamos regresar a casa. Por lo tanto, andaba siempre yendo de un sitio a otro, predicando el evangelio en toda China.
El hermano Xu nos presentó a Zhang Rongliang y Yun se asoció con Zhang. Xu y Zhang dirigían diferentes redes de iglesias en casas, pero el hermano Xu le dijo a mi esposo: "Tú vas como un representante de una nuestras iglesias, haces amigos y eres una bendición para las iglesias en casas de El Zhang".
El estrés de tener a mi esposo huyendo de la policía, y de las presiones diarias de la vida, fueron demasiado para mí en ese tiempo. En aquel entonces estaba embarazada, pero a los pocos meses sufrí un aborto. Perdimos un bebé.
Me causaba angustia y estrés ir a las estaciones de trenes y autobuses y ver carteles con fotografías e información sobre mi esposo, denunciándole como un fugitivo de la ley. Sin duda, ¡eso de estar casada con Yun había sido bastante interesante!
Mi instinto femenino me ha llevado a veces a desear una vida más estable y estructurada como familia, pero la persecución casi siempre lo ha hecho imposible.
Capítulo 4, El Hombre Celestial - Paul Hattaway
Junto con recomendarles leer el Libro, les comento que hoy en China se imprimen una gran cantidad de Biblias, la mayor que en cualquier otro país del mundo.
Una garantía más de lo que la Palabra de Dios dice: " No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos" - Gálatas 6:9 (RV60)
Estadísticas extraoficiales señalan que hoy, hay más de 100.000.000 de creyentes chinos. ¡De seguro que la Biblia ha tenido algo que ver!
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